Mercado patrimonial
Algo de razón tienen.
Claro, no es como tener una vivienda común y corriente, pues toda intervención que implique construcciones nuevas u obras de reconstrucción o de conservación debe ser visada por el organismo estatal, que se atiene al Instructivo de Intervención que dicta para cada zona protegida.
¿Trámites cacho?
Quizás. Pero aseguran los expertos que es menos terrible de lo que se piensa.
Lo corrobora el arquitecto Jorge Atria, vicepresidente de Icomos Chile y docente de la Universidad Central: "Una declaratoria de Zona Típica de ninguna manera impide proponer intervenciones arquitectónicas en el área de protección sino que más bien, establece ciertas restricciones para que los conciban y ejecuten en un marco de respeto y consideración de los valores patrimoniales".
Afirman los expertos que al final las restricciones pueden transformarse en un valor agregado para el barrio, si los vecinos saben aprovecharlas.
Porque una declaratoria patrimonial puede incluso generar cierta imagen de marca y hacer que tanto los vecinos como personas de otros lugares de la ciudad revaloricen el barrio.
Pero para lograrlo es importante que exista cierta organización vecinal. Si no, no hay caso.
Ejemplos positivos en ese sentido hay muchos. Por ejemplo, cuenta el arquitecto Eduardo Navarro que uno de los grandes beneficios que obtuvo el barrio Los Castaños, en la avenida Francia de Independencia, durante su proceso de postulación para ser zona típica, fue la unión que lograron sus vecinos.
Cuenta que ello redundó en muchas acciones conjuntas, lo cual ha hecho posible que en este barrio de viviendas diseñadas por Luciano Kulczewsky -que tienen casi ochenta años de antigüedad- hoy algunas casas cuesten cerca de 130 millones de pesos.
Algo parecido están haciendo en el barrio Las Viñas de Dalmacia, en Providencia.
Allí fueron los propios vecinos los que pidieron la declaratoria como Zona Típica al Consejo de Monumentos Nacionales, al ver cómo la presión inmobiliaria amenazaba con destruir al barrio. Luego de un arduo trabajo, la petición fue aprobada la semana pasada.
¿Habrán hecho mal negocio? La arquitecta María Angélica Urbina, una de las gestoras de iniciativa cree que no.
"La principal ventaja que obtuvimos, sin duda, fue preservar nuestra calidad de vida, al asegurar la mediana y baja densidad habitacional. También, el acercamiento vecinal se está reforzando a través de proyectos comunes, lo cual es la mejor arma contra la delincuencia".
Y añade que la declaratoria también permitirá mejorar los espacios comunes, para dar más espacio y tranquilidad a peatones y ciclistas.
Buenos frutos
Organizarse es un esfuerzo, pero que tiene su recompensa. Y no sólo espiritual.
Afirma María Angélica Urbina que los barrios patrimoniales tienen un elemento diferenciador cada día más valorado por cierta parte del mercado: historia.
"Es una gran ventaja tener identidad de barrio a escala humana, lo que no tienen los condominios que actualmente se ofrecen tanto en La Dehesa como en otras comunas de la capital".
Así, algo que parece mal negocio hoy, puede ser un buen negocio mañana.
"Estos barrios guardan la memoria urbana para las futuras generaciones, algo que para el habitante de Santiago pareciera ser un lujo inalcanzable, puesto que el mercado lo seduce por caminos errados", afirma la arquitecta.